DEDICO ESTAS PALABRAS A UNOS ÁNGELES QUE ESTE AÑO HICIERON TEATRO CONMIGO... Y TAMBIÉN A TOD@S AQUELL@S QUE ALGUNA VEZ LO HICIERON
Todo empezó siendo un sueño. Un
sueño de esos que ya dije que te pican, más aún, que has de dejar que te
piquen. Y me picó. Y su veneno ha sido el más agradable elixir jamás probado.
Me
puse a contar el otro día las veces que aquí, en este plácido lugar de Villar
de Olalla, en donde son ya 15 años los que llevo biblioteatreando, he dejado
que este sutil insecto de aguijón suave del teatro me inyecte su agradable
veneno… y me han salido 23. Sí, 23 veces ni más ni menos con todo tipo de gente
y de edades diferentes: niñ@s en su mayoría, pero también jóvenes, adultos,
mujeres… En fin, puedo decir, sin temor a equivocarme, que casi la totalidad de
la población de Villar de Olalla entre los 10 y los 24-25 años, y muchos
también más mayores, ha sido partícipe en
algún momento de uno de estos sueños que me ataca cada poco tiempo. Todas estas
veces para mí ha sido siempre algo especial, algo en lo que me he volcado con
todas mis fuerzas y que he realizado con amor y con pasión.
Siempre
en todas estas experiencias he recibido mucho más de lo que doy, porque el
trabajo con gente es siempre muy gratificante, y creo que cuando se trabaja con
niños, todavía más. Ellos son muy sinceros, claros, llanos y tan llenos de
energía que es muy difícil atraparlos en algo que quieras hacer con ellos si tú
primeramente no tienes un convencimiento real de lo que quieres hacer, y sobre
todo, amas profundamente lo que estás haciendo. Porque sin no es así ellos lo
notan. No sé qué misteriosos cauces serán por donde se transmiten esas sensaciones, pero después de tanto tiempo, tengo el pleno
convencimiento de que existen. Y cuando te apasiona lo que haces y lo haces
desde dentro, de verdad, esos cauces a
veces se convierten en verdaderos torrentes, mareas, tsunamis, cuando vuelven
hacia ti.
Este
año el sueño ha ido muy lejos. Tendríamos tantas ganas de soñar que ha sido
capaz de sobrepasar nuestras propias mentes.
Un
sueño es un sueño, y como tal lo vivimos siempre. No nos importa el final, es
más, nos gustaría que no tuviera final, porque lo que nos gusta es soñar, que
dure, que pasen cosas, pero que no acabe. Por lo tanto estos sueños teatrales
que realizamos aquí en esta Biblioteca de Villar de Olalla, no los realizamos
con ningún objetivo, no queremos llegar a ningún sitio, queremos sólo soñar, y
que el sueño nos lleve a donde quiera. Los sueños han de ser libres, no los
puedes dirigir.
Y
fíjate por donde el sueño de este año nos ha llevado hasta un mítico lugar de
La Mancha de cuyo nombre todos nos acordamos: Almagro, emblema del teatro a
nivel casi mundial. pueblo con una tradición teatral muy antigua, sede oficial
del Museo Nacional del Teatro y del Centro Dramático Nacional…y único lugar que
todavía conserva intacto un Corral de Comedias donde vecinos y visitantes se
reunían para contemplar improvisadas representaciones que poco a poco hicieron
del Siglo de Oro de nuestro país, uno de los siglos más prolíficos en cuanto a
literatura en general, y dramática en particular del mundo entero.
Sí, allí nos fuimos, a la joya teatral de la corona. Pero como
digo, fue el sueño el que nos llevó, porque nosotros nunca lo pensamos,
nosotros estábamos placidamente soñando y al abrir lo ojos nos vimos en esta
popular y peculiar plaza de Almagro.
Y
fijaros qué curioso, la culpa de todo esto la tuvo Kaleidos.
Este nombre hace referencia a los caleidoscopios que todos
conocemos, ¿y en ellos, qué es lo que se ve?: colores, múltiples colores
formando figuras geométricas…. ¡como en los sueños! Claro, una cosa lleva a la otra. Los sueños tienen
tendencia a juntarse.
Hablando
de sueños… ya sabéis que fue otro sueño el que teatralizamos este año; un sueño
de Shakespeare al que llamó Sueño de una
Noche de Verano.
Este
era un abejorro de considerables dimensiones. Tanto, que cuando se me apareció
no dejé que me picara pues me asusté un poco. Lo guardé en un cajón. Pero año
tras año me molestaba, hacía ruido, me llamaba. Tenía hambre, y lo alimenté.
Era
tan grande que temía que se me escapara. No podía retenerlo durante mucho
tiempo. Pero no podía dejar que me picara cuando él quisiera, debía encontrar
el momento preciso, el mejor. Unos ángeles mudos, con trajes negros y caras
blancas, a los que hubo que enseñar a hablar, pues sólo disponían de 100
palabras, se me aparecieron en un sueño… y volvemos con los sueños. Y sin darme
cuenta esos ángeles bajaron, vinieron, se hicieron reales, de carne y hueso,
aprendieron a hablar, a moverse, a sentir, y como eran ángeles tenían poderes,
poderes inmensos, poderes de verdad, de los buenos, tenían el poder del
trabajo, de la constancia, del esfuerzo, del compromiso, del cariño, de la
ilusión, del amor….. con estos poderes hace uno lo que quiera, hasta milagros.
Y entonces me dije: ya está, este es el
momento. Ahora es cuando quiero que me pique… Y me picó….y a partir de ahí,
ya vino todo lo demás, lo que ya sabéis y lo que habéis visto. Eso sí,detrás, entre bambalinas, están muchas otras cosas que no se ven, pero como eran ángeles con poderes, no nos dieron ningún miedo. Todo lo contrario, porque fue un sueño, es un sueño, y como sueño quisiera que quedara en todos vosotros, y estos ángeles que este año han estado conmigo, así lo recuerden durante toda su vida. Más aún, quisiera pedirles desde aquí a estos ángeles, que ese poder tan grande que ellos poseen, lo transmitan. Que esa ilusión que han puesto en todo,
Muchas
gracias, ángeles, un beso muy fuerte de mi parte… aquí estoy, ya, peleando con
otro abejorro….¡quita!..., ¡no seas pesado!.... ¡será posible!.... ¡Ay!, ¡Ay,
ay, ay! ¡Ya me ha picado….!
Juan
José Alfaro Olmedilla
Bibliotecario
de Villar de Olalla
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