Otra rima más: Crónica de una Gymkhana / eufórica y supersónica. Así, con una rima
consonante, muy sonora, comienzo la Crónica de esta II Gymkhana Cultural de la
Biblioteca de Villar de Olalla. Y la empiezo así porque este año todas sus
pistas se han escrito en verso: pareados, cuartetas y redondillas han rondado
por doquier.
Eufórica
y supersónica, sí señor. 105 participantes, más la inestimable y agradecida
colaboración de 15 monitores han tenido estos últimos días 2 y 3 de septiembre
a 120 personas de Villar de Olalla empujadas por un río de pistas, pruebas,
libros, preguntas, consultas, rompecabezas que les ha llevado al mar de los
saltos, gritos, juegos, risas… y al océano de la búsqueda, el pensamiento, el
conocimiento y la lectura.
Desde
los más pequeños, a partir de 6 años, que comenzaron el lunes día 2 por la
mañana, siguiendo por los alevines (de 9 a 11 años), los adolescentes (de 12 a
16 años) y los adultos que terminaron el día 3, martes, ya de madrugada, todos,
de forma absolutamente voluntaria se arrojaron a este río sin saber qué les
podría deparar.
En su cauce encontraron rápidos y cascadas que les hicieron
hacer equilibrios con un vaso de agua en la cabeza mientras enhebraban un
macarrón con un espagueti, bucear en busca de un silbato, recorrer un estrecho
camino andando para atrás… entre otras locas vicisitudes. Tuvieron algunas
veces que guiarse por sonidos pues su vista se había nublado, y hasta encontraron animales exóticos como cacatúas y ornitorrincos. Tuvieron que caminar a veces como si fueran leones y buscar bajo las verdes sillas de la biblioteca objetos de distintos colores.
Pero
si faltaba algo de imaginación en este discurrir fluvial, entonces llegó la
poesía, otro de los remansos entre las continuas turbulencias. Aparecieron los
pareados para los más pequeños y las redondillas para los más mayores. Y hubo
que pensar y estrujarse un poco el coco, pero el resultado fue magnífico como
lo demuestran estos ejemplos que aquí os pongo, hechos por algunos de los
intrépidos navegantes:
El
mono se come un moco
porque
el plátano le sabe a poco
Quiero
cantarte una canción
que
me salga del corazón
Érase
un pequeño ratón
que
comía mucho queso
y
el pobre engordó por eso
y
se escondió en un rincón.
Y
si somos las mejores
las
chicas de nuestra villa
cantamos
de maravilla
y
con todos los honores.
En
el viaje hubo de todo, tranquilidad y movimiento, y quizá por esto último
acabaron mareados y con la lengua trabada, pues les costaba decir aquello de
los tres tigres, como poco coco como, poco coco compro, y algo sobre una madre
godable, pericotable y tantarantable que tenía algún problema con sus tres
hijos, godijos, cotijos y tantarantijos.
Pero
como digo todo llegó a buen puerto porque no hay mejor puerto que la sonrisa y
la risa y si además atracamos también en
la cala del saber, la cultura y el conocimiento… ¿qué más podemos pedir?
No
puedo acabar la crónica sin hacer mención en voz alta y clara a nuestros
grumetes que hicieron de timoneles. Claro está, me refiero a los monitores que
me ayudaron a poner el cauce, a llenarlo de agua y a guiar a los intrépidos
navegantes por él. Un magnífico grupo de chicas y chicos muy jóvenes, rondando
los 16-17 años, que este año además se convierten en Damas y Caballeros de las
fiestas patronales.
Una corte juvenil que te llena de esperanza, como ya dije
el año pasado. Chicas y chicos dispuestos a colaborar, a participar y a
trabajar por su gente y por su pueblo. Ejemplo de entrega y solidaridad difícil
de encontrar hoy en día, pero que aquí, en Villar de Olalla, por suerte… ¡los
tenemos! Gracias a tod@s de todo corazón…
… y a los navegantes… el año que
viene, volvemos a zarpar.
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