miércoles, 4 de septiembre de 2013

CRÓNICA DE LA GYMKHANA: Navegando por un río / ancho y de gran poderío

Otra rima más: Crónica de una Gymkhana /  eufórica y supersónica. Así, con una rima consonante, muy sonora, comienzo la Crónica de esta II Gymkhana Cultural de la Biblioteca de Villar de Olalla. Y la empiezo así porque este año todas sus pistas se han escrito en verso: pareados, cuartetas y redondillas han rondado por doquier.

            Eufórica y supersónica, sí señor. 105 participantes, más la inestimable y agradecida colaboración de 15 monitores han tenido estos últimos días 2 y 3 de septiembre a 120 personas de Villar de Olalla empujadas por un río de pistas, pruebas, libros, preguntas, consultas, rompecabezas que les ha llevado al mar de los saltos, gritos, juegos, risas… y al océano de la búsqueda, el pensamiento, el conocimiento y la lectura.
            Desde los más pequeños, a partir de 6 años, que comenzaron el lunes día 2 por la mañana, siguiendo por los alevines (de 9 a 11 años), los adolescentes (de 12 a 16 años) y los adultos que terminaron el día 3, martes, ya de madrugada, todos, de forma absolutamente voluntaria se arrojaron a este río sin saber qué les podría deparar.
En su cauce encontraron rápidos y cascadas que les hicieron hacer equilibrios con un vaso de agua en la cabeza mientras enhebraban un macarrón con un espagueti, bucear en busca de un silbato, recorrer un estrecho camino andando para atrás… entre otras locas vicisitudes. Tuvieron algunas veces que guiarse por sonidos pues su vista se había nublado,
y hasta encontraron animales exóticos como cacatúas y ornitorrincos. Tuvieron que caminar a veces como si fueran leones y buscar bajo las verdes sillas de la biblioteca objetos de distintos colores.
         
   Pero este cauce, a veces movidito, tenía algunos remansos para la paz y el sosiego. En éstos pudieron conocer a grandes personajes como Michael Ende, Mark Twain, Roald Dahl, Laura Gallego, Homero, Jordi Sierra i Fabra, Alfredo Gómez Cerdá, Miguel Delibes, Ernest Hemingway, Geroge Orwel, Gabriel García Márquez, Carlo Collodi, R.L. Stevenson… y tuvieron su merecido descanso para nadar tranquilamente entre las frescas e imaginativas páginas de todos ellos.
           
A veces hubo que bucear y lo hicieron muy bien adentrándose en los abismos de la Red como verdaderos internautas para resolver complicados enigmas y preguntas. Un afluente de este variopinto río les llevó hasta Barbalimpia, una aldeíta pedanía de Villar de Olalla, y pudieron descubrir desde que sólo viven allí tres personas hasta que tiene una importante fuente romana, su nombre ya venía citado en un extraño documento de un rey visigodo, y que antes lo llamaban Taranoncillo del Buen Vino.
            Pero si faltaba algo de imaginación en este discurrir fluvial, entonces llegó la poesía, otro de los remansos entre las continuas turbulencias. Aparecieron los pareados para los más pequeños y las redondillas para los más mayores. Y hubo que pensar y estrujarse un poco el coco, pero el resultado fue magnífico como lo demuestran estos ejemplos que aquí os pongo, hechos por algunos de los intrépidos navegantes:

El mono se come un moco

porque el plátano le sabe a poco

Quiero cantarte una canción
que me salga del corazón

Érase un pequeño ratón
que comía mucho queso
y el pobre engordó por eso
y se escondió en un rincón.


Y si somos las mejores
las chicas de nuestra villa
cantamos de maravilla
y con todos los honores.

            En el viaje hubo de todo, tranquilidad y movimiento, y quizá por esto último acabaron mareados y con la lengua trabada, pues les costaba decir aquello de los tres tigres, como poco coco como, poco coco compro, y algo sobre una madre godable, pericotable y tantarantable que tenía algún problema con sus tres hijos, godijos, cotijos y tantarantijos.

            Pero como digo todo llegó a buen puerto porque no hay mejor puerto que la sonrisa y la risa y si además atracamos también en  la cala del saber, la cultura y el conocimiento… ¿qué más podemos pedir?
            No puedo acabar la crónica sin hacer mención en voz alta y clara a nuestros grumetes que hicieron de timoneles. Claro está, me refiero a los monitores que me ayudaron a poner el cauce, a llenarlo de agua y a guiar a los intrépidos navegantes por él. Un magnífico grupo de chicas y chicos muy jóvenes, rondando los 16-17 años, que este año además se convierten en Damas y Caballeros de las fiestas patronales.
Una corte juvenil que te llena de esperanza, como ya dije el año pasado. Chicas y chicos dispuestos a colaborar, a participar y a trabajar por su gente y por su pueblo. Ejemplo de entrega y solidaridad difícil de encontrar hoy en día, pero que aquí, en Villar de Olalla, por suerte… ¡los tenemos! Gracias a tod@s de todo corazón…
… y a los navegantes… el año que viene, volvemos a zarpar.

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